Cuando llegamos al Nahuel Huapi (Nahuel: tigre; Huapi: isla), la majestuosidad de la naturaleza que nos rodea sólo nos deja lugar para pensar en escalar sus montañas, navegar por su lago y dejarnos embriagar por el sonido proveniente de sus bosques. Claro que sabemos también que antes que nosotros otras personas han sentido lo mismo y quizás nos preguntaremos como sería este sitio en el pasado, qué vieron quienes lo habitaron, cuáles fueron sus desafíos, sus luchas, sus sueños…
Hotel Angostura
Fue el primero construido en la Villa por Parques Nacionales. Sus primeros dueños fueron una familia de origen español de apellido Cores, quienes lo tuvieron desde el año ’38 en que se construyó hasta el ’47 en que lo adquirió el Sr. Cilley.
También diseñado por el arquitecto Bustillo y construido en piedra y madera, constituye una joya de la arquitectura de Parques ya que desde un comienzo contó con baños privados y calefacción central, servicios de vanguardia por aquellos años.

Frente a la puerta principal se puede apreciar un viejo coihue con cientos de años en sus raíces que se ha desarrollado de una manera poco habitual.
Su parque ofrece una vista única del puerto y el lago, pudiendo desde allí partir en las lanchas del hotel a realizar excursiones.
Alojarse en este hotel es poder transportarse a aquellas épocas en que los turistas llegaban en la Modesta Victoria a disfrutar de sus vacaciones.
Hotel Correntoso
Hacia 1920, Primo Capraro levantó sobre el Río Correntoso, en el mismo sitio que ocupa el actual hotel un modesto establecimiento totalmente de madera machimbrada y techos de tejuelas de ciprés. Estaba compuesto de cinco habitaciones con una capacidad de hasta 30 personas. Funcionó hasta fines de los ‘40.
A este hotel llegaban los primeros grupos de turistas que venían a descubrir la zona o excursiones lacustres desde Bariloche. También contaba, en la playa del brazo Última Esperanza, con unos bancos y mesas donde se trasladaba a los turistas para pasar el día y tomar el té.

También había en el lugar un negocio de ramos generales, atendido por el encargado del hotel, en el que se abastecían los pobladores. Cuenta Clotilde Carmoney, memoriosa vecina, que cuando eran chicos vivían en “Selvana” (a diez cuadras del cruce, camino a la Villa) y tenían que ir a comprar a este almacén que quedaba del otro lado del río; entonces con tiros avisaban su llegada y el encargado del almacén les tomaba el pedido (a gritos) y se lo alcanzaba cruzando en bote.
En 1950, el hijo de Primo Capraro, Francisco, construyó el actual Hotel Correntoso, utilizando como material novedoso bloques de arena volcánica para su estructura. Tenía capacidad como para 70- 80 personas. El personal era traído desde Bariloche y entre ellas se encontraban suizas que con su experiencia hotelera formaron profesionalmente a muchas de las personas que hoy trabajan en turismo.
Las empresas de turismo como Villalonga y Exprinter desde Buenos Aires organizaban excursiones a pequeños grupos que permanecían dos o tres días. Llegaban en tren hasta Jacobacci, de allí se los trasladaba en automóvil hasta Bariloche y luego los embarcaban hasta el hotel.
En un cerro ubicado detrás del hotel, se erige un busto levantado por los vecinos en memoria de Primo Capraro, al cumplirse en 1953 el cincuentenario de la llegada a la zona del principal promotor del desarrollo regional.